El jaguar es el más grande y poderoso felino de América y por más de tres mil años fue uno de los más importantes animales simbólicos de Mesoamérica. La imagen del jaguar, al igual que la del ocelote y la del puma, aparece en el arte de todas las civilizaciones prehispánicas, desde los olmecas hasta los aztecas.
La fascinación que ejercieron los jaguares sobre la imaginación de los pueblos indígenas persistió en la época colonial y ha llegado hasta nuestros días.
Jaguar (Pantera onca) Nombre náhuatl: océlotl o tecuani, “el que come gente”. Nombre maya: balam.
Puma (Puma concolor) Nombre náhuatl: miztli. Nombre maya: coh.
Ocelote (Felis pardalis) Nombre náhuatl: océlotl. Nombre maya: zac xicin, “oreja blanca”.
EL JAGUAR
ENTRE LOS AZTECAS
SUPERVIVIENCIA
DEL JAGUAR
Las
creencias asociadas a los jaguares y demás felinos no desaparecieron con la
llegada de los españoles en 1519. Ya que
los símbolos felinos eran parte de la cosmovisión indígena, fueron adaptados a
la religión católica y a las nuevas condiciones económicas y políticas
implantadas por los conquistadores. Lo que sí cambio fueron sus nombres: los
españoles llamaron tigres a los jaguares y leones a los pumas y con ellos se les conoce hasta la
fecha aún en los lugares mas recónditos de México.
La
ambigüedad espiritual del jaguar, que representa el bien y el mal, la
fertilidad y la muerte persistió durante la época colonial. En otros
lugares el jaguar ser convirtió en defensor de Cristo y para mostrar su función
como protector usa su piel pinta durante la Pasión. El jaguar ocupa el lugar
que antes tenía el león a los pies de San Jerónimo. Muchas fiestas
tradicionales con jaguares subsisten hasta nuestros días aunque algunas, como
la “cacería del tigre”, ha desaparecido; una de las razones de su persistencia
es que las máscaras y trajes de jaguar son populares artesanías compradas por
turistas.
Hay muchas comunidades rurales en México en las que aún se celebran fiestas que tienen elementos simbólicos asociados a los felinos y en especial al jaguar. Los tlacololeros y la Danza de los tecuanis son dos de sus manifestaciones más conocidas. En los pueblos como Totoltepec, Guerrero, los danzantes usan máscaras de jaguar y trajes amarillos con manchas y mezclan creencias católicas con ideas prehispánicas para proteger la siembra y su ganado de los depredadores.
En donde más
se eseñora este Dios jaguar es el actual Estado de Guerrero; otras partes como
Zitlala (lugar de estrellas), Acatlán de Osorio y otros pueblos cercanos a Chilapa y
Tixtla, en territorio de dialecto
náhuatl de Guerrero, se han conservado vestigios de antiguos rituales sangrientos,
“la pelea de tigres” es durante la fiesta de la Santa Cruz de Mayo en la que
los jóvenes vestidos de jaguares luchan hasta sangrar como ofrenda al dios
jaguar, quien envía lluvia que fertiliza al maíz celebración que se lleva a
cabo el 5 de mayo. No se diga
“La Tigrada” en Chilapa, las danzas del jaguar; el bien y el mal, por ejemplo
son representados por un solo actor y se realiza el 15 de agosto.
En
Tenosique, Tabasco, hay una danza llamada pochó , como la flauta que
toca la música que se baila el miércoles de ceniza; El jaguar o “Tigre”
es uno de los personajes principales de la danza del pochó, se lleva a
cabo durante el carnaval que dura de tres a seis semanas a partir del 19 de
enero.
EL JAGUAR,
DIOS Y ORIGEN DE NUESTRA RAZA INDÍGENA
En nuestra
mitología el jaguar es un dios fuerte, inteligente y poderoso; encarna la
belleza y la ferocidad, los dos polos opuestos. Es el padre que da origen al
cruzarse con una mujer a nuestras razas Mesoamericanas. El dios
jaguar está vivo. Los ritos lo hacen resurgir del ámbito cosmogónico y del
inframundo. Salen en Oaxaca, en los valles, la sierra o la costa; en la selva
lacandona, en los Altos o en el Soconusco. Las máscaras
que los personifican son magnificas piezas, la mayoría talladas en madera, policromadas
con incrustaciones de dientes, piel, cerdas o espejos, según el estilo estético
tradicional de la región.
La
distribución original del jaguar se extiende desde el sur de Estados Unidos
hasta Argentina. Aun cuando su hábitat primordial son las selvas secas,
manglares y pantanos. A diferencia de otros felinos, no evita el agua y es un
buen nadador. Es solitario
y sólo se reúne con la hembra en época
de apareamiento. Los cachorros por lo general son dos, nacen después de tres
meses de gestación, son amamantados durante cinco meses y permanecen con la
madre hasta que alcanzan un año y medio de vida y se hacen independientes. Hábil
cazador, de hábitos nocturnos y crepusculares, el jaguar es el máximo
depredador de las selvas en que habita, es decir, se ubica en la cúspide de la
cadena alimentaría.